!Cállate¡- Se escuchó decir mientras la Familia Rodriguez estaba conversando alegremente sobre la mesa a solo horas para que empieze la Navidad.
-Te dije que no quería escuchar más esto, te lo dije una y otra vez ¡NO quiero!- gimió la dulce Daniela tapándose los oidos con las manos sucias manchadas con el aderezo del Pavo.
Todos se quedaron atónitos ante esta escena, ya que Danielita movía la cabeza fuertemente para ambos lados como si un par de manos invisibles la estuviesen jalando hacia los costados.
-Danielita, mi amor ¿Qué pasa?- susurró su Padre muy preocupado
-Papi, no me deja ir, no quiere dejarme. Dice que si no hablo ahora no me dejará tranquila- gimió Daniela entre lágrimas
-Mi vida ¿Quién no te va a dejar? NO hay nadie que te esté gritando o reclamando algo- dijo Mamá entre sollozos al ver que su dulce hija, la misma que días atrás había conseguido una medalla de oro en un Campeonato Interescolar de Marinera, deslumbrando a todos con su belleza y dulzura.
-NO quiere. NO quiere. No me deja ir Mamá - lloraba fuertemente Daniela.
LA FAmilia entera solo atinaba a mirarla sin mover ni un solo dedo, pensando si debían echarle agua a Daniela o llamar a un cura para que le saque el demonio como siempre decía la Abuela.
Daniela comenzó a a gritar y a gemir fuertemente, hasta que finalmente dijo en una voz parca y confusa.
-Mamá, no puedo seguir guardando este secreto. La abuela pregunta por qué la enterraron viva, si es que ella aún no había muerto cuando la embalsamaron-
LA familia calló y entre murmuros y susurros apuntaban al hijo menor de la Abuela, el mismo que se ofreció a curarla cuando la Abuela cayó enferma de una leve gripe. Esa misma gripe que casualmente la llevó al otro mundo.
El joven Doctor dejo derramar su copa de champagne en el mueble y comenzó a llorar inconsolablemente.
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Hace 3 años