La navidad es sinónimo de esperanza, amor, paz, etc. Todo esto no fue exactamente un sinónimo de mi Navidad, porque tuve que lidiar en primer lugar con un pavo no tan rico, malditas panaderias que no te cocinan bien el pavo, a pesar de que compro el pan todos los días en el mismo, bueno no yo, sino la chica que trabaja en mi jato: Vicky, soy demasiado flojo para ir al comprar el pan.
Pero....
¿Cómo fue mi Navidad este año?
Bueno, nunca había pasado una Navidad en mi casa, siempre había ido dónde mis abuelos y ahí se armaba la Feria de regalos con mis primos. Todos hacían gala de sus recientes obsequios y los desfilaban por la sala: Autos a conrol remoto, juegos de estrategia y, claro, mi viejo siempre llevaba un montón de cuetes, desde las clásicas chispitas de mariposa hasta las sartas. Cómo olvidar que todos los pequeños íbamos inocentemente a prender nuestras chispitas en la vela del nacimineto que mi abuela siempre armaba, para después correr al patio trasero y escribir nuestros nombres en el aire. Vaya años, no sé si alguien más hacía eso, pero era tan divertido ver como las letras desaparecían en el aire mientras tu terminabas de plasmar las otras que componen tu nombre. Muchas veces hacíamos esto, ante la mirada curiosa de los adultos.
Eso pasó hace muchos años, pero bueno pasada las 2 de la mañana de esta última Navidad, estaba sentado esperando alguna llamada para ir a embriagarme, como siempre, hasta que sonó mi celular ...
-Aló
-Habla Carli. Oe unas chelas navideñas.
-Normal. Bajo a tu jato.
¿Qué weon te llama a las 2:30 para xupar? Era Rogger, un pata con que tengo un historial etilíco impresionante. Fuimos a comprar unas cervezas a la tienda de la esquina para luego ir mi casa. Sólo compramos seis, vaya que las hicimos durar, ya que entre cerveza y cerveza un gallo de mierda nos indicó que eran las 7 de la mañana, pero como la Navidad es compartir la teníamos que seguir, así que regresamos por la revancha, es decir, 3 chelas más.
Como es usual mi amigo termninó expulsando de su cuerpo cierta ave que ronda por los basureros y por el fastuoso e impecable Río Rímac y como en nuestro camino encontramos una pequeña chata de ron, la cual, definitivamente, nos terminó de mandar a la mierda, fuimos en busca de algún levanta muertos. Gracias a las tías que trabajan un 25 de diciembre nos topamos con un caldo de gallina que no sé si estaba riquísmo digno de una visita de Gastón Acurio o que estaba tan borracho que si comía basura me pudo haber sabido a algún caviar de primera.
Pero como mi hambre era atroz, y aún seguía borracho, proseguimos a buscar una leche de tigre, una de luca nomás. Recordé inmediatamente que a 3 cuadras del "Palacio del Caldo de Gallina" de donde estábamos radica un emergente cebichólogo que te provee los más deliciosos manjares marinos por precios que oscilan entre el nuevo sol peruano y 5 soles peruanos. Pero, bueno, yo me cagaba de sueño, en sentido figurado, porque también quería ir al baño, mientras que mi amigo estaba por los suelos, el recontra baboso no podía ni agarrar bien el vaso de la cerveza cuando estábamos en mi casa. !La cagada! Estaba sentado quedándose dormido y de la nada me dijo
-Oe quiero buitrear-
-Puta madre ¿Por qué siempre terminas buitreando? Ya, ya ven que allá hay una maceta vieja en dónde ni las palomas cagan, a veces orino ahí-
Lo que vino fue una expulsión de flujos alimenticios que emanaban un asqueroso olor a panetón, incluso, llegó a salir un pedazo grande de nuestro pobre plumífero amigo que siempre termina pagando pato en Navidad.
Esas son las malas pasadas de quedarse de largo una Naviad, pero bueno cuando llegamos al mercado, recién estaban preparando la leche de tigre, así que esperamos, sin embargo el sueño era más fuerte que nosotros, así que nos quedamos dormidos encima de la mesa del puesto ¿Quién nos despertó?
-Amigo tu leche de tigre ya está-
-Ah, ¿Qué? ya, ya, ya voy mamá-
Esas fueron mis palabras finales y con las que cerré mi Feliz Navidad, una que empezé tomando chocolate con mis viejos y hermanos y terminé botado en el mercado clamando a mi mamá ante la mirada atónita de los comensales. Seguro que ahora soy un ejemplo vivo que muchas madres que circulaban por el mercado usarán con sus hijos
-Comadre mire a esos chicos que están dormidos uno encima de otro en la mesa-
-Por Dios. Ay no deberían tomar así. Mis hijos nunca harían eso-
Hasta cierto punto es verdad Señora, pero su hijo si no está o estaba tan borracho como yo, entonces debe estar visitando algún Night Club por ahí.
P.D: Feliz Navidad a todos. Ojala la hayan pasado genial en compañía de sus familias y no hayan acabado como yo.
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Hace 3 años