"Creo en San Crespo todopoderoso creador de la bika en Teología.
Creo en Huamán, su colega, la que me aprobó, que fue contratada para aprobar a los bikeros de Crespo"
Gracias Lizardo por la nueva oración de los bikas en Teología de la Pucp.
¿En que contexto se realiza esta oda a ese cura español que me jaló en Teología?
Era un cola muy larga, con mucha gente peleando por un polo que llevaba en el centro el logo de "Estudios Generales Letras", sin embargo decidí saltar aquel arbusto que dividía la entrada principal a mi Facultad con el famoso Tontódromo, vereda principal de la Universidad Católica en la que se acostumbran ver a los que caminan sin rumbo buscando una cara familiar o simplemente reciben el adjetivo de vagos, en mi caso, soy ambos.
Y yo creí que iba a ser el úmico imbécil que la saltó, pero no otros idiotas como yo también lo hicieron, creo siguiendo mi repentino vicio de querer figurar en algo.
Corrí y llegué a la cola con unos 10 estudiantes adelante míoy fue ahí cuando se me vino la repentina idea de si para recoger el polo necesitaba mi carne universitario.
-Disculpa, ¿Para recoger el polo necesito mi carne? - dije mientras el que estaba atrás susurraba a sus amigas cachimbas que ese día las iba a llevar a conocer toda la universidad, las que estaban muy simpáticas y uno podía apreciar en sus caras aquellas inocentes miradas de niñas que tienen 4 horas fuera del colegio. Cada una cargaba su manual del estudiante bajo el brazo, como si fuera la úiltima cosa que van a cargar estudiando.
-Sí, claro, y necesitas firmar aquí- respondió la chica del Centro Federado encargada de repartir los polos, eran gratis por se acaso.
Maldita esa hora en la que decidí correr a mi salón de Teología para entrar y sacar mi mochila ignorando que el Profesor ya había comenzado la clase, mentira sí lo sabía, pero pesó más mi instinto chonguero.
Entré sigilosamente cuidando que mis passos no suenen mas que los latidos de mi corazón que latía a mil por hora esperando que nadie se diera cuenta de mi "crimen".
Bueno, no fue suficiente, ya que apenas me senté la silla chilló como si alguien estuviera siendo azotado por miles de látigos hambrientos de sudor.
Todos volteraron a mirarme, yo en mi terquedad cogí mis cosas y caminé hacia la puerta. Cuando estuve a punto de salir, el cura que estaba a unos 6 metros de mi hablando rocas acerca del deber y la moral me miró friamente y dijo:
-Hombre, no voy a tolerar esto, dígame su código en este momento-
Yo quedé en shock, así como toda la clase, pero armado de una malcriadez que salió de algún lugar de dónde no ha vuelto a salir dije:
-Tengo cita con la asistenta social, si usted reuquiere mi código por razones que no me competen es este-
Mierda, que valiente soy, ya que le di mi código y caminé hasta llegar a las escaleras, fue ahí cuando me di cuenta que probablemente había firmado mi sentencia de bika, lo cual fue así, pero es cosa ya pasada, como dice la canción de Leuzemia: "A la mierda lo demás".
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Hace 3 años
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